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Triste encuentro con delfines


Esta súper foto hace sonreír a cualquiera. No conozco a nadie a quien no le haga ilusión ver cómo una manda de delfines se acerca a jugar en la proa de su barco. A nadie. Son mágicos.

Este fin de semana, navegando cerca de Chaguaramas (Trinidad), cuando íbamos hacia la isla de Chacachacare, tuvimos la suerte de coincidir con esta manada.

Lo que nos encontramos no fue nada alegre y nos dejó mudos, tristes, rabiosos…

Según se iban acercando a saludar al Freya, vimos horrorizados como todos y cada uno de los delfines, y eran unos 15, estaban cubiertos de heridas. Destrozados. Hechos polvo. Sus aletas estaban desgarradas por mil sitios. Sus cuerpos estaban completamente marcados por cortes de hélices de motoras y enganchones con redes de pesca. Muchas heridas aún ni habían cicatrizado. Me pregunto cuántos no consiguen recuperarse y mueren.

Estas imágenes dicen mucho más de lo que yo pudiera contaros:

¡Cuánto daño hace la humanidad! ¡No hay derecho! ¡Esto no puede ser!

Las heridas no son de peleas entre ellos, o con otros depredadores del mar. Las ha hecho el hombre: el animal más peligroso en la tierra, y ahora también en el mar.

El mar es su hogar y el de miles de otras especies, y no nuestro patio de recreo. Todo el que quiera disfrutarlo debe saber respetar, debe ser siempre consciente de que esta invadiendo la casa de miles de seres vivos, y no es nuestro reino.

Nos sentimos impotentes ante este desastre. Pedimos por favor que se extremen las precauciones cuando se usen motores, que se retiren de las aguas las redes, al menos aquellas que no se usan. Que se evite tanto dolor en unos mamíferos tan alegres.

Es increíble que pese a sus heridas, sigan acercándose a saludarnos y dejarnos disfrutar con el espectáculo de sus saltos.

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