top of page

EXCURSIÓN HACIA EL NORDESTE


El tiempo va pasando y sin darnos cuenta, nos plantamos en Mayo. Tobago es una isla muy pequeña, y por eso queríamos conocer a fondo cada sitio, pero Mount Irvine nos ha atrapado. Aun así, decidimos irnos de aquí unos días, rumbo hacia el Nordeste, a explorar un poco antes de irnos a Trinidad.

Salimos al amanecer, antes de que se despertara el viento, que sino vendría en contra. La costa de sotavento de Tobago está compuesta por montes totalmente cubiertos de frondosa jungla, de un verde muy muy intenso, que caen al mar casi en picado. Un montón de bahías de arena blanca salpican estos bosques primarios.

Unas de estas bahías es Castara. No tardamos ni 3 horas en llegar, y de camino hasta pescamos un bonito y practicamos la maniobra de “hombre al agua” con un cubo. Fondeamos y bajamos a ver el pueblito de pescadores, que tenía algo de turismo pero en un plan muy tranquilo. Al volver vimos que los pescadores habían echado una red desde la playa y empezaban a cerrarla. Para nuestra sorpresa, vimos que el Freya estaba en medio de la red!!! Rafa fue nadando a toda velocidad, levantó el ancla con el molinete eléctrico que por fin funciona, (y menos mal!) y consiguió salir del cerco justo a tiempo. No sé muy bien que pensaban hacer estos hombre si no llegamos a verles, porque la red no puede arrastra a un velero hasta la orilla, y tampoco puede pasar por debajo, porque el ancla estaba cómodamente apoyada en la arena del fondo… En fin, fue un buen susto. Aprovechamos para ir al siguiente spot, entre risas nerviosas y miradas a la red, ya totalmente cerrada. Ya hemos aprendido que donde hay pescadores hay que fondear bastante lejos de la orilla, o si no te pescan a ti.

Al amanecer del segundo día, volvimos a levantar el ancla y seguir la costa, hasta llegar a Charlotteville. Y volvimos a pescar un bonito. Este pueblecito está en una bahía mucho más grande, Man of War, y tiene varias playitas alrededor. Aquí es donde los piratas venían a esconderse, hacer aguada y esperar plácidamente a que pasara algún navío cargado de tesoros provenientes del continente americano para abordarles. Es un enclave natural precioso, y muy poco atacado por el hombre, sólo un pueblito de pescadores muy tranquilo, así que mantiene casi toda su belleza original. Ayuda que está totalmente aislado de la civilización por bosques y bosques. Pasamos unos días allí, conociendo el pueblo, los caminos de alrededor, las playitas cercanas y los arrecifes. No hubo ni un día que no comiéramos bonito: a la plancha, con tomate, marmitako, encebollado… ya no me quedan más recetas! Allí conocimos a Mirenbe (de Bermeo!) y Jorge (de Coruña), del velero Agustito, con los que pasamos una noche muy divertida en busca de algún sitio para cenar.

Nuestra siguiente parada fue Englishman’s Bay. Sencillamente alucinante. Una bahía pequeñita, bastante cerrada y con una playa abrazada por verde y más verde. Cocoteros, bambús y muchos más arboles rodeaban la arena. A cada lado había un arrecife lleno de vida, estupendos para hacer snorkel. Lo mejor era que no había pueblo, ni casas, ni nada; solo una cabañita para vender pareos y artesanía a los pocos turistas que llegaban hasta ahí. Éramos el único barco, así que para la puesta de sol, nos quedamos totalmente solos en el paraíso. El bonito que cenamos estaba riquísimo, y los cocos que cogimos en la playa también, aunque nos costó un buen rato abrirlos…

Con un poco de pena de que se acabara la excursión, pero con ganas de volver a nuestra casa en Tobago (Mount Irvine y sus olas), al amanecer, volvimos a levantar el ancla con el molinete eléctrico, una vez más (vaya invento!) Y volvimos a pescar un bonito! Otra vez más! Hicimos una paradita en Englishman’s Bay para comer (bonito) y darnos un baño. Para las 15:00 ya estábamos de vuelta, justo a tiempo para el cumple de Susana, una vecina de otro velero.

La excursión estuvo genial, y nos ha demostrado que esta isla es perfecta para hacer un viaje en velero: cada pocas millas hay un fondeadero perfecto, sin gente ni turismo masificado. Nos quedaron unos cuantos por visitar, asi que tendremos que volver! :)

De vuelta en Mount Irvine nos hemos dedicado a surfear todo lo posible y a hacer planes con la tripulación del Agustito, que también vino aquí desde Charlotteville. Solo nos queda una semana en Tobago y queremos aprovecharla al máximo. La semana que vine vamos a la otra isla, Trinidada, a trabajar un poquito en el Freya, que necesita que le cuiden como a un bebé.


bottom of page